“Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios” (Efesios 2:8)

domingo, 25 de diciembre de 2022

RECORDEMOS QUE DIOS FUE SOBERANO DE ENERO A DICIEMBRE



Por: Gerson Morey

Se acaba el año. Se acerca el 31 de Diciembre y la tentación es inevitable: Hacer una mirada retrospectiva y evaluar lo bueno, lo malo y lo feo de estos doce meses. De una manera u otra, creo que todos hacemos esto, aunque sea como un ejercicio mental. Pero en esta reflexión, debemos cuidarnos de no caer en el error de ser pesimistas al sobre valorar el aspecto negativo de este año y así perder una gran oportunidad para agradecer a Dios y darle gloria. Me explico:

Los últimos días del año, por lo general los podemos experimentar con una mezcla de fuertes y variadas emociones. A veces frustrados y decepcionados por no haber logrado las metas trazadas, en otras ocasiones tristes y llenos de nostalgia por algún problema o tribulación que nos sobrevino. No obstante, no debemos olvidar que durante cada hora, día, semana y mes de este año, Dios siguió siendo Dios. Señor y Sustentador del universo.

El Rey de la tierra. Gobernando sobre este mundo, dirigiendo las naciones, obrando sobre Su iglesia y controlando cada evento de nuestras vidas. Ese es el lente por medio del cual debemos evaluar este año que se va y cada circunstancia de la vida, si queremos dar genuinamente gracias y gloria a nuestro Salvador. Los creyentes no podemos divorciarnos de la consciencia de la soberanía de Dios.

A continuación 3 áreas a considerar mientras hacemos una evaluación del año que se va.

1. Dios fue soberano aun sobre nuestros errores

Así es. Dios también es soberano sobre nuestros errores. Esta es una de las verdades que se desprende del episodio cuando Jesús le advirtió a Pedro que este lo negaría. El Señor sabia que Pedro le iba a fallar:

Jesús le dijo: En verdad te digo que esta misma noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces”. (Mateo 26:34).

Los creyentes estamos llamados a obedecer a Dios en todo, a vivir en conformidad al Evangelio que nos rescató y a caminar en santidad. Es decir, a vivir para Su gloria.  Pero si somos honestos, debemos reconocer que esto no ha sido posible en su totalidad. No hemos amado, no hemos obedecido ni glorificado a Dios en todo lo que hemos hecho este año. Y seguramente lamentamos que no haya sido así. Pero, que bueno saber que nuestra desobediencia, nuestros errores y aun nuestros pecados, todos ellos han estado dentro del control soberano de Dios.

Así lo entendía Salomón quien decía que todos los caminos están ante los ojos de Jehová:

Pues los caminos del hombre están delante de los ojos del Señor,
y Él observa todos sus senderos”.
(Proverbios 5:21).

Aunque somos responsables por lo que hacemos y sufriremos las consecuencias por ello, no podemos olvidar que Dios sigue siendo Dios.

Para un creyente genuino, saber que sus errores y pecados han estado dentro de los propósitos soberanos de Dios, lejos de hacerlo perezoso y negligente, le produce un fuerte consuelo y una sólida esperanza para el futuro. Al hombre justificado, le da seguridad saber que ya no es condenado:

Pues los caminos del hombre están delante de los ojos del Señor, y Él observa todos sus senderos”. (Romanos 8:1).

Para un hombre regenerado, reconocer la soberanía divina aun sobre sus pecados, le producirá una robusta confianza, un creciente amor por Dios y un mayor deseo por no fallarle. El mismo Evangelio que nos reconcilió con Dios, es el mismo que nos sostiene y el mismo que nos restaura y nos ayuda a ser transformados, para crecer en amor por la santidad y odio por el pecado. Por eso, entender la soberanía divina sobre nuestros errores, provocará una esperanza limpia y un ánimo pronto para un nuevo año.

2. Dios fue soberano en nuestros problemas

Miremos los problemas de este año, cómo instrumentos que Dios usó para obrar sus propósitos eternos. No debemos pensar que Dios permanece ajeno a nuestras dificultades:

“Alégrate en el día de la prosperidad, y en el día de la adversidad considera: Dios ha hecho tanto el uno como el otro para que el hombre no descubra nada que suceda después de él”. (Eclesiastés 7:14).

El mal forma parte de los planes de Dios. Ese es el testimonio de la Biblia. Recordemos que Dios no solo permite el mal. Dios también limita, controla y usa el mal para nuestro bien.  Eso lo podemos ver a lo largo de las Escrituras. Las historias de José (en Génesis) y de Job son algunas evidencias de esto.

La bendita providencia de Dios sirvió de gran consuelo para ellos. Mientras meditamos en las dificultades y en los problemas que este año nos trajo, confiemos en la bondad y sabiduría de Dios quien permite cada circunstancia para nuestro bien y para su gloria.

 3. Dios fue soberano en nuestras bendiciones

Finalmente, es importante recordar que también los logros, bendiciones y las victorias de este año fueron producto directo de la gracia soberana de Dios. El apóstol Santiago nos recuerda que toda dádiva y todo don perfecto descienden departe de Dios:

Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación”. (Santiago 1:17).

Mas allá de nuestro esfuerzo, diligencia y obediencia, sabemos que Dios es quien nos capacita para obrar bien. Él produce en nosotros el querer como el hacer por su buena voluntad (Filipenses 2:13). Pablo atribuía sus logros únicamente a la gracia de Dios en él:

Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no resultó vana; antes bien he trabajado mucho más que todos ellos, aunque no yo, sino la gracia de Dios en mí”. (1 Corintios 15:10).

Juan Calvino decía que no darle gloria a Dios es “despojarlo” de ella. Debemos ser cuidadosos en no atribuirnos los méritos, de no jactarnos por nuestros logros y no envanecernos por las bendiciones de este año. Dios es quien determina el cómo, cuándo y dónde de las bendiciones que recibimos.

Conclusión

Mientras ponderamos este año que se va, no olvidemos que Dios fue soberano desde Enero hasta Diciembre. Soberano sobre nuestros errores, sobre nuestros problemas y sobre las bendiciones que experimentamos. Esta convicción nos concederá esperanza para el futuro, nos capacitará a crecer en confianza en el Señor y nos ayudará a ser más humildes.

Fuente: coalicionporelevangelio.org

Imagen:pixabay.com

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